Noticias | 3 dic 2024
COLUMNA
ALGO MÁS QUE PALABRAS
“Huir de las imposiciones dominadoras es lo justo, esta atmósfera ilícita debe revelarnos contra esos individuos sin escrúpulos, porque uno debe ser dueño de su propia existencia”
Por: SHD
Víctor CORCOBA HERRERO/ Escritor
Mal que nos pese, los tiempos modernos están siendo propicios para todo tipo de vasallaje, el más denigrante sin duda es la de ser esclavo de uno mismo, así como aquel que se impone como obediencia sin autonomía. Las últimas estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), así lo refrendan, haciendo referencia a situaciones de explotación de las que una persona no puede escapar debido a amenazas, violencia, coerción, engaño o abuso de poder. La plaga es tan cruel y verídica que nos está deshumanizando por completo, dejándonos sin corazón y sin conciencia, al menos para poder discernir y no ser instrumentos de lucro, en lugar de ser moradores independientes y responsables.
En efecto, la creciente demanda que alimenta el mercado es tan cruel e inhumano, que debiera llevarnos a hacer un examen de los estilos de vida y de los modelos de comportamiento, particularmente con respecto a la imagen de los miembros más frágiles, que generan lo que se ha convertido en una verdadera industria de la explotación libidinosa en los países desarrollados. De igual modo, en las naciones menos avanzadas, de las que procede la mayoría de las víctimas, también se hace necesario activar mecanismos más eficaces para prevenir tanto la trata de personas como la rehabilitación de sus víctimas. Por desgracia, este tipo de sanguinarios sometimientos se da en casi todos los pueblos del mundo y traspasa todas las líneas étnicas, culturales y religiosas.
Ciertamente, la opresión nos devora, ya no sólo con las formas tradicionales de esclavitud que todavía persisten en sus grafías anteriores, mientras que otros modos y maneras modernas también nos apresan. Unas y otras se enlazan y confluyen, como resultado de una discriminación arraigada contra los grupos más vulnerables de la sociedad, me refiero sobre todo a aquellos ciudadanos considerados de casta inferior. Quizás tengamos que despertar todos, para poder salir de nuestras miserias, diciéndonos a nosotros mismos: fuera los ídolos que nos agobian y fuera los apegos que nos aprisionan. Entonces, será cuando nuestros propios latidos tomen otra orientación, como la dimensión contemplativa, rehaciéndonos y haciéndonos movilizar con renovadas energías.