Noticias | 9 dic 2024
COLUMNA
ALGO MÁS QUE PALABRAS
“Únicamente creciendo en la necesidad de que indivisos somos parte de los demás, podremos avivar luz allá donde cohabitan sombras; dando alivio a los afligidos y donando esperanza a los que sufren”
Por: SHD
Víctor CORCOBA HERRERO/ Escritor
Aprendamos a cultivar la belleza, a no cansarnos de embellecer por dentro y por fuera, hasta convertir la degradación en una oportunidad más y el desorden en armonía. Lo malo de esta atmósfera putrefacta, además endiosada, es su difícil curación en un mundo cada día más perverso e inhumano. Comencemos por bajarnos de los pedestales del poder, seguramente entonces descubramos que cualquiera formamos parte de la naturaleza y que no estamos separados de ella. Desde luego, florecemos como una mera relación de pulsos en busca de vida. Así, tampoco es exagerado decir que, nuestra propia continuidad como linaje está en juego, si nuestra tierra se mantiene enferma, con el anverso interesado, en vez de ampararse en el conciliador verso y en el verbo reconciliador.
La buena noticia es que la familia humanitaria sabe hacerse piña y rehacerse, convirtiendo lo denigrante en restauración, al contar con datos e información precisos sobre el suelo para comprender sus características y apoyar la toma de decisiones informadas sobre el manejo sostenible de la superficie habitable para garantizar, de este modo, también la disponibilidad global de alimentos. Por tanto, es fundamental el compromiso de cada uno en favor del bien común y de un cambio de perspectiva, tanto en la mente como en la mirada, que ha de poner en el centro de nuestras acciones la dignidad de los seres humanos de hoy y de mañana. Ciertamente, todo se reconstruye unidos; de ahí el imperativo de la cooperación ante la multitud de injusticias devastadoras.
Realmente caminamos descarriados. Este desenfreno mundial nos alcanza conjuntamente, enfrentándonos a múltiples conflictos, al cambio climático, a lo que hay que sumarle un flagrante desprecio por el derecho internacional humanitario, lo que hace que los más vulnerables sean los que estén pagando el precio de nuestras locuras. Olvidamos que no hay existencia sin benevolencia. Esto es serio. Sin duda, tenemos que crear conciencia de lo que nos ensucia y nos hace retroceder. Las absurdas guerras son un claro testimonio de ello. Únicamente creciendo en la necesidad de que indivisos somos parte de los demás, podremos avivar luz allá donde cohabitan sombras; dando alivio a los afligidos y donando esperanza a los que sufren.