

Por: ALEJANDRO RAMOS MAGAÑA / SHD
Desde 2021, miles de “autos chocolates“, cruzaron la frontera norte del país bajo la protección de este gobierno federal y dejaron de inmediato la ilegalidad al ser regularizados mediante un programa con claros tintes clientelares, sin importar la proliferación de redes de contrabando, ni los daños a la economía nacional y al ambiente.
El expresidente Andrés Manuel López Obrador presumió que de 2021 y hasta mediados de 2024, se habían regularizado 2 millones 559 mil autos chocolates, mediante un simple pago de 2,500 pesos. Y según él, se habían recaudado 6,398 millones de pesos, “los cuales se destinan (destinaron) para pavimentar calles” en los 16 estados que forman parte de este programa.
Sin embargo, quien recorra las ciudades fronterizas y otras regiones del norte, centro y sur del país se dará cuenta de que las avenidas principales y calles secundarias están llenas de baches, vados y agrietamientos.
Y lo reprobable es que López Obrador antes de dejar el cargo ordenó continuar con este programa hasta septiembre de 2026; es decir, le endosa a la presidenta Claudia Sheinbaum este plan clientelar, que seguro ella lo extenderá hasta 2030.
Cabe precisar que el fenómeno de los autos chocolates proviene del siglo XX, cuando la frontera norte era lejana y la producción nacional no alcanzaba a llegar a la región fronteriza y era mucho más accesible adquirir productos de los Estados Unidos, desde refrigeradores y lavadoras, entre otros, hasta vehículos, primero porque los nacionales eran muy pocos y salían extremadamente caros, comparados con los usados de la Unión Americana.
Y vale contextualizar que los automóviles usados de Estados Unidos son las unidades que “venden” las aseguradoras, que han estado relacionados en accidentes o cualquier otro evento por el que se les haya declarado en término de vida útil, lo que hace que esos vehículos se conviertan en “chatarra”, pues ya no pueden circular en suelo estadounidense; se les retira la documentación que les permitía que circular.