

Por: AGENCIA / SHD
Uno de los episodios más famosos relatados en la Biblia es el de la conquista de Jericó por Josué, lugarteniente y sucesor de Moisés en la conquista de Canaán, la Tierra Prometida por Yahvé al pueblo de Israel. El Antiguo Testamento narra el asedio de la ciudad, que se prolongó siete días durante los cuales los israelitas, por orden de Yahvé, marcharon alrededor de las murallas. Al séptimo día, los israelitas rodearon Jericó siete veces e hicieron sonar las trompetas, a cuyo sonido "comenzaron a gritar a voz en cuello y la muralla de la ciudad se vino abajo. Entonces avanzaron directamente contra la ciudad y la tomaron".
Más allá de este episodio, Jericó fue una ciudad importante del antiguo Israel, y en los primeros siglos del cristianismo recibió la visita de quienes deseaban contemplar el escenario del célebre asedio de Josué. El llamado "peregrino de Burdeos", que viajó por Palestina en el año 333 d.C., escribió: "Aquí surgía la ciudad de Jericó, en torno a cuyas murallas giraron los hijos de Israel con el Arca de la Alianza y cuyas murallas cayeron. No se puede ver nada de ella, excepto el lugar donde se alzaba el Arca y las doce piedras del Jordán que llevaron los hijos de Israel".
PRIMEROS TRABAJOS
Situada en Tell es-Sultan, un montículo de forma ovalada y cuatro hectáreas de extensión que se eleva sobre el valle del Jordán, la antigua Jericó quedó despoblada poco tiempo después, y surgió una nueva ciudad bizantina en las proximidades.
A lo largo de los siglos, Jericó cambió de manos múltiples veces. Romanos, egipcios, israelitas y bizantinos dominaron la región en distintas épocas, dejando una huella arquitectónica notable. Entre los restos más destacados se encuentra el Palacio de Hisham, un complejo omeya del siglo XIII que conserva impresionantes mosaicos y otras estructuras, muchas de las cuales se exhiben en el Museo Rockefeller de Jerusalén.
Hoy, Jericó es mucho más que un sitio arqueológico: es una ciudad viva que invita a los visitantes a recorrer sus mercados, disfrutar de la comida palestina tradicional y conectar con miles de años de historia. Su valor cultural y religioso la convierte en un destino único, capaz de reunir a curiosos, fieles, investigadores y viajeros de todo el mundo.