

Por: Agencia / YST
La historia de Laureano no comenzó ayer ni la semana pasada. Se remonta a más de un siglo atrás, cuando este robusto laurel de la India echó raíces en la intersección de Miguel Laurent y Fresas, en la colonia Tlacoquemecatl del Valle, en plena Ciudad de México. Un testigo silencioso del crecimiento de la urbe, que hoy enfrenta su mayor amenaza: un desarrollo inmobiliario que ha despertado la preocupación y movilización de sus vecinos.
Con su copa que se extiende hasta 15 metros y raíces que podrían alcanzar los 45, Laureano no es solo un árbol. Es un habitante más del barrio. Y como tal, los vecinos decidieron defenderlo. Desde que comenzaron las obras del nuevo complejo habitacional, habitantes, madres, padres e incluso niños han salido a la calle con pancartas, dibujos y listones de colores que rodean el tronco, clamando: “Yo también vivo aquí”, “Laureano merece vivir”, “No a la tala”.
La unión vecinal ha sido emotiva y contundente. María Antonieta, una vecina de 69 años, cuenta con orgullo cómo los pequeños plasmaron sus sentimientos en papel, en dibujos llenos de color, esperanza y amor por la naturaleza. “Los niños hacían sus dibujos con alegría, con conciencia de lo que significa cuidar a los árboles. Luego, con mucho entusiasmo, colgaban listones pidiendo que salvemos a Laureano”, relata conmovida.
La respuesta de las autoridades no se hizo esperar. La Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) aseguró que no hay autorización para derribar ni podar al árbol. Incluso, la jefa de Gobierno, Clara Brugada, afirmó que Laureano “está sano y a salvo”. A la par, la alcaldía Benito Juárez declaró que no ha otorgado permisos de poda y anunció que notificó del caso a la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial (PAOT).
Aunque los acuerdos avanzan, el escepticismo permanece. Las obras no se han detenido por completo y los vecinos reportan presencia de trabajadores en el predio. Patricia, una integrante del comité vecinal, denuncia que llegaron a observar una placa de cemento cerca de las raíces del árbol. “Acordamos que la obra estaría parada hasta tener todos los dictámenes, pero no hay sellos, y sigue habiendo movimiento dentro del terreno”, lamenta.
Como medida de protección, la Sedema propuso declarar a Laureano como árbol monumental, una figura de resguardo que reconoce su valor ambiental, social y cultural. Ese compromiso se concretó recientemente: Laureano será declarado Patrimonio Monumental de la Ciudad de México, un logro que representa un hito en la defensa vecinal.
Además, el amparo legal interpuesto por los vecinos fue admitido por una autoridad judicial, lo que refuerza su estrategia legal. Con más de dos mil firmas recolectadas, la comunidad mantiene su exigencia de detener cualquier obra que pueda dañar las raíces o el follaje del árbol.
Ante algunas voces que han intentado politizar el movimiento, los vecinos fueron claros: no buscan la expropiación del predio de Miguel Laurent 48. A través de un comunicado, subrayaron que su lucha se centra únicamente en la protección ambiental y el derecho colectivo a preservar un símbolo natural de la comunidad.
Itzel García, otra de las vecinas al frente de la defensa, lo resume con claridad: “Aunque esté afuera del predio, nadie sabe hasta dónde llegan sus raíces. Por eso no podemos bajar la guardia”.
En esta batalla entre cemento y raíces, Laureano ha demostrado no estar solo. En sus ramas hoy cuelgan sueños, palabras infantiles, y el eco de una comunidad unida. Laureano es más que un árbol. Es símbolo, es historia, es vida. Y gracias a su gente, ahora también es patrimonio.