

Por: Alejandro Ramos Magaña / YST
En plena era del cambio climático se multiplican los escenarios adversos para la humanidad y los ecosistemas en general.
Recientemente, científicos del Centro de Excelencia para el Clima del Siglo XXI, del Consejo Australiano de Investigación, comprobaron que, cada año, hay menos nubes en el globo terráqueo, y es por ello que las temperaturas altas récord son más frecuentes a nivel mundial.
Mediante observaciones satelitales los científicos descubrieron que, entre el 1.5% y el 3%, de las concentraciones de nubes de tormenta en la Tierra se han ido contrayendo desde el 2000.
Según los científicos, este fenómeno está asociado al cambio climático y a los cambios en los patrones de viento (cada vez disminuyen, tal y como lo reveló el científico Premio Nobel Mario Molina en 1999).
Además, el reciente hallazgo científico señala que también influye la expansión de los trópicos (más calor), así como el deslizamiento de los sistemas de tormentas hacia los polos Norte y Sur.
Sin duda, la disminución de la nubosidad es un factor determinante de que hay una mayor absorción de radiación solar en el planeta.
DE LLUVIAS INTENSAS A MÁS CALOR
La Organización Meteorológica Mundial –OMM, agencia de la ONU especializada en el tiempo, clima y agua– que le ha estado tomando el pulso al planeta a través de los modelos climáticos, prevé un aumento de la temperatura media en la mayoría de las regiones terrestres –regionales, nacionales y mundiales–, y oceánicas, con lluvias intensas, pero también en algunas regiones con serios déficits de precipitaciones.
A fines de 2020, la OMM envió un mensaje contundente a la humanidad: “Si bien la pandemia del COVID-19 ha generado una profunda crisis sanitaria y económica a escala internacional de la que la tardaremos años en recuperarnos, es fundamental recordar que el cambio climático seguirá representando una amenaza constante y creciente para la vida humana, los ecosistemas, las economías y las sociedades durante los siglos venideros. La recuperación de la pandemia de COVID-19 es una oportunidad para tomar un camino más sostenible hacia la resiliencia y la adaptación frente al cambio climático antropógeno”.
La información científica de la OMM revela que la energía que emite el Sol no ha aumentado en los últimos 30 años, sino que los cambios que hoy se registran con altas temperaturas se debe al calentamiento global generado por los gases de efecto invernadero, como son el dióxido de carbono y el metano, entre otros.
A estas proyecciones se suman investigadores del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, quienes prevén que debido a esa constante quema de combustibles fósiles en el mundo, las temperaturas podrán alcanzar un aumento global promedio de entre 3 y 5 grados Celsius en los próximos 50 años, lo cual sería catastrófico para la biodiversidad.