

Por: Agencia / YST
En la costa del noroeste de Islandia, sobre una playa de arena negra azotada por el viento, se alza el imponente farallón de Hvítserkur, una formación rocosa de más de 15 metros de altura que ha cautivado a locales y visitantes por generaciones.
De color oscuro y con una forma peculiar que, según a quién se le pregunte, recuerda a un elefante bebiendo agua o a un gigantesco rinoceronte, Hvítserkur no es solo una maravilla geológica. En el imaginario popular islandés, esta roca es mucho más: un troll convertido en piedra, sorprendido por los primeros rayos del sol mientras intentaba destruir un convento cristiano.
La leyenda se remonta a tiempos en que se creía que los trolls, criaturas monstruosas y nocturnas, vagaban por los paisajes islandeses cazando humanos. Según el mito, estos seres temían la luz del día, pues al ser alcanzados por el sol quedaban petrificados para siempre, como aparentemente le ocurrió al troll que hoy es Hvítserkur.
El farallón, cuyo nombre significa "camisa blanca" por las capas de guano que lo recubren debido a las aves marinas que lo habitan, se ha convertido en uno de los puntos turísticos más icónicos del país. Entre historia, mito y naturaleza, Hvítserkur se yergue como un silencioso guardián de la costa, recordando a todos que en Islandia, la realidad y la leyenda conviven entre montañas, glaciares y rocas que cuentan historias.