

Por: Agencia / YST
La práctica de la penetración es sólo una práctica más que puede incluirse o no en cualquier tipo de relación, no sólo heterosexual. Pero existe una tendencia social a valorar la penetración por encima del resto de prácticas que lleva a las personas a frustrarse o desorientarse cuando ésta no aparece y suele ser una consulta frecuente.
Los motivos pueden ser diversos, desde el desconocimiento, el miedo, factores orgánicos o emocionales hasta el simple (y sumamente respetable) deseo de no practicarla. Es frecuente la pérdida de erección a la hora de penetrar, debido a nervios o exigencias, las dificultades en la erección producto de la edad o de patologías orgánicas, la pérdida de erección a la hora de colocarse el preservativo, etc. Otro motivo es por ejemplo la eyaculación anteporta, que se presenta cuando la persona eyacula antes de poder penetrar.
Es importante respetar que la penetración puede no gustar y que las personas son completamente libres de elegir tener o no penetración. Siempre preguntar y pedir el consentimiento antes de realizar cualquier práctica de penetración.
1- Cuanto más diversifiquemos el tipo de prácticas por fuera de la penetración, menos frustración y exigencia sentiremos en el momento y haremos más rico y diverso el encuentro.
2- Es importante considerar a la penetración como una práctica más entre las opciones de prácticas y no jerarquizarla por encima del resto, ni exigirla ni ofendernos si no sucede.
3- Si sucede que no hay erección nunca tomarlo como algo personal. No pongas tu autoestima en la erección (ni en la propia ni en la ajena). Es más probable que no se pare por nervios y por miedo al desempeño que por rechazo.
4- Evitemos los comentarios negativos. Recordá que la sexualidad es frágil y vulnerable, y puede hacer mucho daño a la autoestima de la otra persona. Seamos responsables con lo que decimos, los gestos, el tono de voz, etc.
5- No hay que obsesionarse con el tema. Si hay problemas de erección cuanto más insistamos puede ser peor, porque aumenta la ansiedad. Si hay dolor es fundamental no forzarnos ni forzar al otro, sino escuchar, preguntar qué necesita, y poder guiar, no mantener una estimulación de una zona que duele.