Por: Agencia / YST
El olivo más antiguo del mundo aún da frutos y tiene más de 4000 año: En una remota colina de la isla de Creta, en Grecia, vive un testigo milenario del paso del tiempo: el olivo de Vouves. Este árbol no es solo un símbolo de la antigüedad, sino una prueba viviente de que la naturaleza guarda secretos que desafían toda lógica. Se estima que tiene entre 2000 y 4000 años... y lo más asombroso: ¡todavía produce aceitunas!
Su tronco, retorcido como una escultura natural, tiene una forma tan peculiar que parece esculpido por manos invisibles. Con un diámetro de casi cinco metros, su interior está hueco, pero sigue vivo, fuerte y fértil. Este olivo ha sobrevivido a imperios, guerras, incendios, sequías, cambios climáticos e incluso al olvido.
Los pobladores de Ano Vouves, el pequeño pueblo que lo resguarda, lo consideran sagrado. De hecho, el árbol fue declarado monumento natural, y su madera ha sido usada para coronas simbólicas en eventos tan importantes como los Juegos Olímpicos. Pero más allá de los reconocimientos, este olivo representa la conexión entre el pasado y el presente. Un puente vegetal que une generaciones.
Cada temporada, sus ramas continúan regalando aceitunas, como si el árbol se negara a rendirse. Su longevidad se atribuye no solo a la resistencia de la especie, sino al profundo respeto que los habitantes locales han mostrado por él durante siglos. En una época en la que el mundo cambia aceleradamente, este olivo nos recuerda que la paciencia, la resistencia y el equilibrio con la tierra pueden hacer que algo dure… incluso miles de años.