Por: AGENCIA / SHD
Durante el embarazo, el cuerpo humano experimenta una transformación hormonal profunda, diseñada para sustentar la vida que se desarrolla. Pero entre esos ajustes fisiológicos también puede esconderse el origen de trastornos emocionales graves, depresión posparto. Esta condición afecta entre el 10 % y el 15 % de las mujeres, interfiriendo con el vínculo madre-bebé y perjudicando la salud mental durante años. Hasta ahora, predecir quién desarrollaría esta enfermedad había sido una tarea difícil para la medicina.
Un nuevo estudio científico propone una respuesta prometedora: ciertas sustancias derivadas de la progesterona podrían actuar como señales tempranas. Investigadores de Weill Cornell Medicine y la Universidad de Virginia han identificado perfiles hormonales específicos en la sangre durante el embarazo que se asocian con un mayor riesgo de desarrollar depresión posparto.
Al estudiar a más de 130 mujeres embarazadas, los científicos observaron que ciertos desequilibrios en esta ruta metabólica se correlacionaban con el desarrollo de síntomas depresivos tras el parto. Estos hallazgos no solo podrían transformar la forma en que detectamos esta enfermedad, sino también ofrecer estrategias preventivas en mujeres de alto riesgo.
¿Qué es la depresión posparto y por qué es tan difícil de anticipar?
La depresión posparto es más que un bajón emocional después de tener un hijo. Es una condición psiquiátrica seria que puede aparecer días o incluso meses después del parto, afectando la capacidad de la persona para cuidar de sí misma y de su bebé. Sus síntomas más comunes incluyen:
• Tristeza intensa.
• Agotamiento extremo.
• Dificultad para dormir.
• Ansiedad.
• Sensación de no estar conectada con el bebé.
• Pensamientos negativos o desesperanzadores.
• Culpa
• Pensamientos suicidas.
Aunque se sabe que el cambio hormonal tras el parto es un detonante, predecir quién sufrirá esta condición ha sido una deuda pendiente en la medicina. Hasta hace poco, la mayoría de los estudios se enfocaban en medir los niveles absolutos de hormonas como la progesterona o el estradiol. Pero estos datos no lograban establecer diferencias claras entre mujeres que desarrollarían depresión y las que no. Esto dejó a profesionales y pacientes sin una guía clara para actuar preventivamente.
Este análisis más detallado —centrado en las proporciones entre diferentes derivados hormonales— reveló patrones que podrían ser usados para identificar a mujeres con riesgo elevado incluso antes del nacimiento del bebé.