Por: AGENCIA / SHD
Una escena clásica de ciencia ficción muestra a una máquina reconstruyéndose con piezas del entorno tras una batalla. Esa imagen, que parecía una fantasía cinematográfica, ha comenzado a tomar forma en el mundo real. Un grupo de ingenieros de la Universidad de Columbia ha dado un paso decisivo hacia un futuro donde los robots no solo piensan, sino también se regeneran, se adaptan y crecen como si fueran organismos vivos.
En un estudio publicado en Science Advances, los investigadores presentan una plataforma robótica capaz de modificar su forma, absorber partes de otras máquinas e incluso repararse tras una caída. Esta propuesta no se basa en sensores ultraavanzados ni en materiales exóticos, sino en un principio simple: construir robots a partir de módulos intercambiables que permiten la autoconstrucción, el crecimiento y la recuperación. Los autores lo llaman "metabolismo robótico" y lo consideran una pieza fundamental para lograr la verdadera autonomía física de las máquinas.
A diferencia de los robots actuales, que están encerrados en cuerpos rígidos e inmutables, el sistema propuesto permite que las máquinas funcionen como sistemas abiertos. Es decir, pueden tomar materiales del entorno o de otros robotspara crecer o reponerse. Según los autores, "la única provisión externa al metabolismo robótico es energía y material en forma de robots o partes de robots". En otras palabras, no hay intervención humana directa ni componentes nuevos externos: solo piezas compatibles que pueden ser reutilizadas.
Esta forma de operar se inspira directamente en la biología. Las células vivas incorporan nutrientes, desechan residuos y se reparan constantemente. El metabolismo robótico busca replicar esa lógica a través de módulos simples llamados Truss Links, capaces de acoplarse magnéticamente entre sí, de forma libre y sin necesidad de alineaciones precisas. Estos bloques permiten a las estructuras robóticas cambiar de forma, adaptarse a entornos y hasta regenerarse después de un daño.
Los Truss Links son barras alargadas equipadas con imanes esféricos en sus extremos, que pueden unirse entre sí en múltiples direcciones. Cada módulo es capaz de expandirse, contraerse y conectarse con otros sin necesidad de ayuda externa. Esta flexibilidad permite crear estructuras tridimensionales complejas a partir de configuraciones básicas en dos dimensiones.
Además, los investigadores comprobaron que estas estructuras no solo se arman, sino que también pueden recuperarse tras una caída. Al dejar caer un robot desde una altura moderada, las piezas se separaban, pero luego eran capaces de reconectarse y restablecer su forma original, en una especie de autorreparación física asistida por sus propias capacidades motrices.