sábado 13 de diciembre de 2025 - Edición Nº423

Mundo | 24 jul 2025

ESTILOS

El increíble engaño de las mariposas con “doble cabeza”

Un mecanismo de defensa visual ha evolucionado durante millones de años para engañar a sus depredadores con una segunda “cabeza” en miniatura


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Por: AGENCIA / SHD

En los trópicos de América Latina y Asia, un teatro natural se representa a diario en los bordes de los bosques. Allí, los lagartos —ágiles, voraces y de vista aguda— acechan a mariposas que parecen frágiles e indefensas. Sin embargo, muchas de estas mariposas no juegan con las reglas establecidas de la supervivencia. Han desarrollado una táctica que parece sacada del mundo del ilusionismo: una segunda cabeza falsa en sus alas posteriores, tan convincente que confunde a los depredadores y les permite escapar, aunque sea por los pelos… o por las escamas.

Las mariposas con “doble cabeza” no se limitan a un solo patrón o color. Algunas tienen manchas circulares que simulan ojos, otras presentan líneas convergentes que dirigen la atención hacia el extremo equivocado, y muchas poseen extensiones finas parecidas a antenas falsas. Todo ello, combinado con colores vivos o contrastantes, crea la ilusión de un rostro animal en miniatura. Para un lagarto o un ave, este extremo posterior parece tener ojos, antenas y hasta una expresión.

Lo que realmente ha sorprendido a los científicos es que estos elementos no evolucionaron por separado, sino de manera conjunta. La investigación reciente, basada en el análisis de imágenes de casi mil especies y en árboles genealógicos detallados, ha permitido rastrear cómo estas características aparecieron a lo largo de millones de años. El estudio sugiere que los componentes del falso rostro se fueron sumando uno tras otro, en un orden más o menos constante, hasta formar un sistema de defensa casi perfecto.

Primero llegaron los colores llamativos en las alas, luego los patrones de líneas que dirigen la vista. Después, aparecieron las falsas antenas, seguidas de las manchas que simulan ojos. Finalmente, las formas del ala se adaptaron para crear un contorno que recuerda al perfil de una cabeza. Cada uno de estos pasos fue moldeado por la presión constante de los depredadores. Aquellas mariposas que lograban redirigir el ataque al extremo menos vital de su cuerpo, sobrevivían más y se reproducían con éxito.

La lógica detrás de esta estrategia es tan brillante como sencilla: engañar al enemigo. En lugar de evitar por completo un ataque, la mariposa se convierte en blanco, pero en la zona menos peligrosa. Las alas pueden perder un pedazo, pero el cuerpo —con sus órganos vitales— permanece intacto. De este modo, el insecto puede seguir volando, alimentándose y, lo más importante, reproduciéndose. En términos evolutivos, eso es todo lo que importa.

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