Por: AGENCIA / SHD
En los rincones húmedos y frondosos del sudeste asiático habita una criatura que, a simple vista, podría confundirse con una pintura surrealista. Se trata de la polilla Galcopha picasso, más conocida como la “Polilla Picasso” por los inconfundibles patrones que adornan sus alas: manchas irregulares de naranja, blanco y negro que se asemejan a trazos expresivos de un pincel humano.
Pero esta polilla no fue creada en un estudio de arte moderno, sino por millones de años de evolución. Su diseño, que parece obra de un artista vanguardista, cumple una función esencial: el camuflaje. Gracias a sus colores y formas asimétricas, logra confundirse con cortezas de árboles, hojas secas o incluso con hongos del bosque, evadiendo así la mirada de depredadores como aves e insectos carnívoros.
El mimetismo no es el único recurso de defensa. Investigadores han descubierto que, cuando se siente amenazada, la polilla despliega sus alas en un movimiento rápido que genera un destello visual desorientador. Este efecto puede desincentivar ataques y darle el tiempo justo para escapar.
“Es un ejemplo fascinante de cómo la evolución no solo resuelve problemas de supervivencia, sino que en el proceso puede generar formas de belleza que nos conmueven”, explica la entomóloga Mei-Ling Tan, quien ha dedicado años al estudio de lepidópteros asiáticos.
Aunque su hábitat está en peligro por la deforestación y el cambio climático, la Polilla Picasso ha comenzado a ganar atención internacional. Fotógrafos de naturaleza, científicos y hasta diseñadores se han inspirado en su patrón único. Su popularidad creciente podría ser un impulso para programas de conservación en su región natal.
Más allá de su apariencia impactante, esta polilla recuerda que la naturaleza no solo es funcional, sino también profundamente creativa. En sus alas se funden arte y biología, recordándonos que la evolución es, en muchos sentidos, la artista más extraordinaria del planeta.