domingo 14 de diciembre de 2025 - Edición Nº424

Mundo | 15 ago 2025

Historia

La eternidad de Nefertari en color

La tumba QV66, en el Valle de las Reinas, conserva uno de los murales más bellos del antiguo Egipto: una representación vibrante de la reina Nefertari, esposa de Ramsés II


Por: Agencia / YST

En el corazón del Valle de las Reinas, cerca de Luxor, Egipto, se encuentra una de las tumbas más impresionantes del antiguo Egipto: la QV66, última morada de Nefertari, la gran esposa real del faraón Ramsés II. Decorada con exquisitos murales que han sobrevivido más de 3.000 años, esta tumba es considerada una obra maestra del arte funerario egipcio.

Nefertari, cuyo nombre significa “la más bella de todas”, fue mucho más que una consorte real. Fue una figura poderosa y respetada, cuya imagen ha perdurado a través de los siglos gracias al impresionante trabajo de los artesanos que decoraron su tumba. Uno de los murales más conocidos muestra a la reina con gran elegancia, vestida con finas túnicas y tocada con coronas rituales, mientras es guiada por dioses hacia el más allá.

Construida durante el siglo XIII a.C., en pleno esplendor del Imperio Nuevo, la tumba fue excavada en un sector especial de la necrópolis dedicado exclusivamente a reinas y miembros de la familia real. A diferencia de muchas tumbas saqueadas o deterioradas, la QV66 se destaca por el estado de conservación de sus pinturas murales, donde predominan colores vivos como el azul, rojo, blanco y amarillo, aplicados con sorprendente precisión.

Cada escena representada tiene un profundo simbolismo religioso. Los textos jeroglíficos y las imágenes relatan el viaje de Nefertari a través del inframundo, según el Libro de los Muertos, en busca de la vida eterna. El arte no solo cumple una función decorativa, sino espiritual, asegurando que la reina estuviera protegida y guiada por los dioses en su tránsito hacia la eternidad.

Redescubierta en el siglo XX y restaurada con extremo cuidado, la tumba de Nefertari hoy es un ícono de la cultura egipcia y un tesoro para la humanidad. Su belleza no solo radica en la técnica artística, sino en el mensaje de respeto, poder y trascendencia que transmite a través del tiempo.

La QV66 no es solo una tumba: es un testimonio eterno del amor de Ramsés II por Nefertari, de la sofisticación del arte egipcio y del deseo humano de conquistar la inmortalidad.

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