sábado 13 de diciembre de 2025 - Edición Nº423

Mundo | 28 ago 2025

ESTILOS

Cuitlacoche, el ave cantora del desierto

Con su pico curvo y melodías versátiles, el cuicacoche piquicurvo es un símbolo de adaptación en zonas áridas y urbanas de México y el suroeste de EU


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Por: AGENCIA / SHD

De plumaje discreto pero con una voz sorprendente, el cuicacoche piquicurvo (Toxostoma curvirostre), también conocido como cuitlacoche, es una de las aves más representativas del suroeste de Estados Unidos y gran parte de México. Su distintivo pico curvado hacia abajo, su capacidad de imitación y su canto variado lo han convertido en un ejemplar fascinante para observadores de aves y biólogos por igual.

De tamaño mediano y con un color marrón grisáceo, el cuitlacoche suele encontrarse en matorrales del desierto, zonas semiáridas e incluso áreas urbanas, donde se ha adaptado con facilidad al entorno humano. A pesar de su apariencia modesta, es un ave altamente vocal, capaz de emitir una amplia gama de sonidos que van desde melodías complejas hasta imitaciones de otras aves o ruidos del ambiente.

Su canto no solo sirve para atraer pareja o marcar territorio, sino también como forma de comunicación social entre ejemplares. Los machos son especialmente ruidosos durante la temporada reproductiva, cuando exhiben su talento sonoro desde las copas de los arbustos o cercas.

El nombre cuicacoche proviene del náhuatl y se puede traducir como "ave cantora", haciendo referencia precisamente a su habilidad para el canto. En tanto, “cuitlacoche” es un nombre común en varias regiones de México, aunque también puede causar confusión con el hongo comestible del maíz conocido con el mismo nombre.

A pesar de no estar catalogado como una especie en peligro, el cuicacoche cumple un papel importante en los ecosistemas áridos, ayudando a controlar insectos y dispersar semillas. Además, su presencia en entornos urbanos lo convierte en un embajador natural para la educación ambiental y el aprecio por la biodiversidad local.

Avistar un cuitlacoche en los arbustos del desierto o escuchar su canto al amanecer es un recordatorio de cómo la naturaleza se adapta, canta y resiste, incluso en los ambientes más secos.

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