Por: AGENCIA / SHD
En las profundidades del lago Mari Menuco se esconde un secreto mitológico: una estatua de minotauro de más de 250 kilos que vigila las aguas desde el silencio.
A tan solo seis metros de la orilla y sumergida a cuatro metros de profundidad, la figura de un minotauro reposa imponente en el fondo del lago Mari Menuco, en la provincia de Neuquén, Argentina. Con 1,5 metros de altura, y elaborada a partir de una mezcla sólida de hierro y cemento, la escultura representa un torso humano fusionado con la poderosa cabeza de un toro, dando vida a una imagen que mezcla lo ancestral con lo enigmático.
Lo que realmente despierta la imaginación de quienes se acercan al lugar, ya sea por curiosidad o por pasión por el buceo, es el candado que guarda su “corazón”: una cavidad oculta en el pecho de la figura, cerrada cuidadosamente. No hay placas explicativas ni registros oficiales sobre su instalación. Todo parece formar parte de un relato deliberadamente mudo, como si la escultura se negara a revelar su historia.
A escasos metros de la estatua, una máscara de gran tamaño —1,4 por 1 metro— añade aún más intriga. Su expresión ambigua y su inscripción, "Viaje Eterno", parecen sugerir una despedida, un homenaje o quizás un ritual. Algunos visitantes creen que se trata de una ofrenda o un símbolo de protección. Otros aseguran que las obras son parte de un proyecto artístico no declarado, una especie de galería submarina de acceso exclusivo para quienes se atrevan a buscarla.
Lo cierto es que el lago, conocido por su belleza natural y sus aguas cristalinas, ha sumado un nuevo atractivo: una especie de mito moderno que combina arte, misterio y naturaleza.
Hay quienes sostienen que el minotauro es un “espíritu guardián” que protege el lago y a quienes lo visitan. Otros lo ven como una forma de enfrentar el olvido, una figura eterna que desafía el paso del tiempo desde el lecho del agua.
En medio de teorías y susurros, el minotauro sigue allí, inmóvil, mientras el Mari Menuco lo protege como si fuera parte de su esencia. Lo único claro es que quien se sumerge en sus aguas no vuelve igual: algo cambia tras mirar a los ojos de una criatura mitológica que eligió hacer de un lago argentino su hogar eterno.