Por: AGENCIA / SHD
El tahr del Himalaya, también conocido como “puma” en algunas regiones por su apariencia robusta y elegante, es uno de los mamíferos más sorprendentes de las altas montañas asiáticas. Originario de Nepal, India y Bután, este animal habita entre los 2,500 y 4,500 metros sobre el nivel del mar, en zonas donde el oxígeno escasea y las temperaturas pueden descender por debajo de los -20 °C.
Su espesa melena, que varía del marrón al dorado, no solo le otorga una apariencia imponente, sino que cumple una función esencial: protegerlo del gélido clima montañoso. Este pelaje, junto con su complexión musculosa, le permite resistir condiciones que pocos mamíferos podrían soportar.
Una de las características más impresionantes del tahr es su habilidad para escalar pendientes de hasta 60 grados de inclinación. Gracias a sus pezuñas flexibles y resistentes, puede desplazarse con agilidad entre las rocas y los riscos, convirtiéndose en un verdadero acróbata de las alturas.
A pesar de su apariencia similar a la de las ovejas o las cabras, el tahr no está directamente emparentado con ellas. Su linaje es único dentro de la familia de los bóvidos, lo que lo hace una rareza evolutiva en el reino animal.
En Nueva Zelanda, donde fue introducido por el ser humano a principios del siglo XX, el tahr se ha convertido en una especie invasora. Sin depredadores naturales, su población creció rápidamente, provocando daños en la vegetación nativa de las montañas neozelandesas.
Considerado un símbolo de fuerza y resistencia, el tahr del Himalaya representa la majestuosidad de la vida salvaje que ha sabido adaptarse a los entornos más extremos. Con su mirada serena y su porte regio, este animal recuerda al mundo que la naturaleza siempre encuentra maneras sorprendentes de sobrevivir.