Por: AGENCIA / SHD
La vida sexual matrimonial puede volverse monótona y poco creativa con el paso del tiempo, desencadenando en la falta de placer. De esta manera, surgen alternativas para devolver la pasión.
Una de las fantasías más frecuentes es imaginar que la propia pareja está teniendo sexo con otro, lo que se conoce como experiencias swinger, según explicó a Infobae, Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo (MN 74.794). "Animarse a ponerla en palabras durante el encuentro sexual es fuente segura de mucha excitación, siempre y cuando exista acuerdo entre las partes para nutrirse de esos estímulos", agregó.
Sin embargo, para Ghedin, del dicho al hecho hay un trecho y "llegar a convertir el clásico dueto vincular en un trío, una orgía, o un intercambio equitativo con otras parejas requiere de charlas previas, compromiso mutuo y la seguridad de que la opción de compartir la cama con otro, u otros, puede ser una audaz manera de enriquecer el vínculo o de evitar la infidelidad".
Ahora bien, el especialista plantea uno de los temores que surgen ante esta práctica: "¿Podemos afirmar que la presencia de la propia pareja teniendo sexo ante nuestros ojos incrementa la excitación sexual? ¿Y el amor hacia el otro?".
REGLAS
Las pautas del acuerdo de intercambio son estrictas y claras: no compromiso afectivo con las personas invitadas a participar, el uso obligatorio del condón; "el no es no" cuando la persona o la pareja rechaza el ofrecimiento.
"Las personas que acuerdan este tipo de propuesta tienen una buena capacidad para disociar la imagen del otro, al que se ama, acompaña la vida cotidiana y proyectos comunes, para focalizar la atención (y el goce) en ese aspecto del otro que lo recorta casi exclusivamente como sujeto sexual", agregó Ghedin.
En algunos casos subyace la idea de evitar el dolor del engaño que produce la infidelidad, en otros es una "prueba" o "desafío" para probar el amor vincular, y en otros casos, será por simple deseos o ganas de pasar por prácticas sexuales nuevas.
Los problemas surgen cuando no se cumplen las reglas preestablecidas y/o cuando se necesita imperiosamente repetir los encuentros, ya que sin ellos, el placer que podría brindar la relación de dos no es suficiente. Las personas o las parejas que eligen estas prácticas deben saber entrar y salir de ellas sin más repercusión que la obtención de un plus de goce sexual. Para nada deberían generar culpas, autoreproches o conflictos vinculares, de ahí que se cada uno debe estar seguro de las posibles repercusiones emocionales.
-Pensar bien en los pro y los contra personales y vinculares.
-Acordar con la pareja este tipo de prácticas.
-No al compromiso emocional.
-Evitar situaciones de riesgo como "levantes" callejeros o personas desconocidas.
-Existen clubes o lugares de encuentro de personas que gustan compartir los juegos sexuales.
-Uso obligatorio del preservativo
-Tratar de que sea una práctica más y no la única forma de obtener altos niveles de placer sexual.