Por: AGENCIA / SHD
Decir que los incas construyeron “portales dimensionales” es, para muchos expertos, una forma de minimizar la verdadera magnitud de su legado. Esta interpretación, tan popular como errónea, surge de la necesidad de explicar con fantasía lo que no comprendemos: la pérdida de nuestra propia historia.
Uno de los ejemplos más citados es el enigmático sitio conocido como Ñaupa Iglesia, ubicado en Perú, cuya traducción significa “templo muy antiguo”. Sus tallados milenarios, sus hornacinas y su misteriosa simetría han despertado todo tipo de teorías, desde construcciones alienígenas hasta portales interdimensionales. Sin embargo, ninguna evidencia científica respalda tales afirmaciones.
Los vestigios incas —precisos, monumentales y enigmáticos— se repiten en numerosos asentamientos del antiguo imperio, siguiendo un mismo patrón de diseño y orientación. Para los arqueólogos, esto demuestra una planificación avanzada y un conocimiento profundo de la piedra, la astronomía y la ingeniería, muy por encima de las interpretaciones místicas que suelen acompañarlos.
En el caso de Ñaupa Iglesia, lo que realmente se aprecia es una hornacina esculpida con exactitud geométrica, rodeada de piedras talladas con fines aún desconocidos. Aunque algunos sostienen que se trataba de un lugar ceremonial o un santuario dedicado a deidades ancestrales, el verdadero propósito del sitio continúa siendo objeto de estudio y debate.
Con la llegada de los europeos, gran parte de la sabiduría ancestral de los pueblos andinos se perdió. Se extinguieron sus rituales, sus conocimientos sobre el cosmos y sus sistemas de construcción, dejando tras de sí un silencio histórico que apenas comenzamos a descifrar.
La fascinación por los “portales” no es más que el reflejo de un vacío: el que dejó la desaparición de una civilización brillante, cuya voz fue borrada por la conquista. Es más fácil creer que una puerta a otro mundo se cerró para siempre que aceptar que nos arrebataron la memoria de uno propio.
Hoy, Ñaupa Iglesia sigue en pie, no como un acceso a otra dimensión, sino como un testimonio de la genialidad inca y un recordatorio de que el verdadero misterio no está en el mito, sino en todo lo que la historia aún no nos ha permitido entender.