Por: AGENCIA / SHD
En el noreste de Italia se alza una de las cordilleras más extraordinarias del planeta: las Dolomitas, un conjunto montañoso que sorprende por sus paredes verticales, picos filosos y formaciones rocosas que parecen esculpidas con precisión milimétrica. Su singular belleza ha cautivado a geólogos, fotógrafos y viajeros durante décadas, consolidándolas como un destino imprescindible para quienes buscan paisajes que desafían la imaginación.
El nombre de estas montañas proviene del mineral dolomita, identificado por el geólogo francés Déodat de Dolomieu en el siglo XVIII. Esta composición mineral no solo definió la identidad de la cordillera, sino que es la responsable de uno de sus fenómenos más célebres: el enrosadira, un instante mágico en el que las cumbres se tiñen de tonos rosados y dorados durante el amanecer y el atardecer.
Más allá de su atractivo natural, las Dolomitas también guardan un pasado histórico profundo. Durante la Primera Guerra Mundial, sus laderas fueron escenario de intensas batallas entre tropas italianas y austrohúngaras. Aún se conservan túneles, senderos excavados en roca y fortificaciones que hoy funcionan como museos al aire libre y recordatorios de los desafíos de la guerra en alta montaña.
Entre los paisajes más emblemáticos de la cordillera se encuentran las Tre Cime di Lavaredo, tres macizos que figuran entre los lugares más fotografiados de Europa. Su silueta, reconocible en cualquier postal, resume la esencia de las Dolomitas: verticalidad extrema, contrastes de luz y una monumentalidad que impone respeto.
La historia geológica de la región agrega otra capa de asombro. Algunas áreas de las Dolomitas fueron en tiempos remotos arrecifes de coral que florecían en un mar prehistórico. Con el paso de millones de años, los movimientos tectónicos elevaron estas estructuras a miles de metros sobre el nivel del mar, dando origen a un paisaje único en su tipo.
Hoy, este patrimonio natural y cultural es reconocido como sitio Patrimonio Mundial por la UNESCO, y recibe a miles de visitantes que desean contemplar sus senderos, lagos y paredes verticales. Las Dolomitas siguen siendo un testimonio de la fuerza de la naturaleza y de la historia humana, un lugar donde el tiempo dejó su firma en cada roca.