Por: AGENCIA / SHD
Las Cataratas de Iguazú, ubicadas en la frontera entre Argentina y Brasil, conforman uno de los espectáculos naturales más imponentes del planeta. Su fuerza, su volumen de agua y el paisaje selvático que las abraza convierten este sitio en un destino inolvidable para viajeros de todo el mundo. Quienes las visitan coinciden en que contemplarlas es una experiencia que supera cualquier expectativa.
Su sonido ensordecedor, la bruma constante que flota en el aire y el verde intenso de la selva crean un ambiente casi mágico. Entre los más de 250 saltos que integran este sistema, la Garganta del Diablo destaca como el más impactante: allí se concentra la mayor parte del caudal y se genera una caída de agua que impresiona por su potencia y verticalidad.
El caudal promedio de las cataratas alcanza los 1,500 metros cúbicos por segundo, una cifra que dimensiona la magnitud del fenómeno natural. En temporada de lluvias, el volumen puede duplicarse, generando un espectáculo aún más sobrecogedor para quienes tienen la fortuna de presenciarlo. Estas variaciones son parte de los ciclos naturales del río Iguazú, que alimenta todo el sistema.
La historia también está presente en este sitio emblemático. Fue en 1541 cuando el explorador español Álvar Núñez Cabeza de Vaca documentó por primera vez la existencia de las cataratas para el mundo europeo. Desde entonces, Iguazú ha sido un referente natural, cultural y turístico para la región sudamericana.
Además de su belleza escénica, la zona destaca por la biodiversidad que resguarda. La selva que rodea las cataratas alberga jaguares, tucanes, monos y cientos de especies de flora y fauna que encuentran en este ecosistema un hogar privilegiado. Esta riqueza convierte al área en un laboratorio natural para la conservación ambiental.
En reconocimiento a su valor ecológico y paisajístico, la UNESCO declaró a las Cataratas de Iguazú Patrimonio de la Humanidad en 1984. Décadas después, el sitio fue seleccionado como una de las Siete Maravillas Naturales del Mundo, distinciones que consolidan su importancia global.
Con millones de visitantes cada año, Iguazú continúa fascinando al mundo. Su poder, su energía y su entorno selvático la convierten no solo en un destino turístico, sino en un tesoro natural que invita a reflexionar sobre la grandeza y fragilidad del planeta.