viernes 12 de diciembre de 2025 - Edición Nº422

Mundo | 11 dic 2025

ARTE Y CULTURA

El caldo instantáneo mexicano que antecedió a otras sopas

Mucho antes de los fideos instantáneos, México ya innovaba con pastillas de sopa comprimida que conquistaron hogares, viajeros y hasta soldados


Por: AGENCIA / SHD

Mucho antes de que la Maruchan y otras sopas instantáneas llegaran a los hogares mexicanos, el país ya contaba con su propia versión de comida rápida: las pastillas de sopa comprimida. Este invento, popularizado a finales del siglo XIX, ofrecía una solución práctica en una época en la que la cocina aún dependía de largas preparaciones y de ingredientes frescos difíciles de conservar.

En 1895, diversas fábricas en Puebla y la Ciudad de México comenzaron a producir estos cubos duros de carne, grasa, verduras secas y sal, que se disolvían fácilmente en agua caliente. Su simpleza sorprendió a las familias urbanas, que veían en este producto una alternativa rápida, económica y accesible para preparar una comida completa sin mayor esfuerzo.

La pastilla era, literalmente, la “sopa instantánea” de la época. No se necesitaba olla grande, ni fuego intenso, ni técnicas de cocina. Bastaba hervir un poco de agua para obtener un caldo espeso, salado y con suficiente contenido nutricional para alimentar a trabajadores, estudiantes o enfermos. Su practicidad convirtió al producto en un éxito de venta.

Los anuncios publicitarios de la época las recomendaban para viajeros, amas de casa con poco tiempo y personas convalecientes, convirtiéndolas en un artículo indispensable para quienes buscaban rapidez sin sacrificar sabor. Incluso los soldados las incorporaron a sus provisiones durante campañas militares en zonas rurales, donde la disponibilidad de alimentos frescos era limitada.

El “caldo instantáneo mexicano”, como llegó a llamarse, se convirtió en un símbolo de modernidad culinaria en un país que experimentaba cambios económicos, tecnológicos y sociales. Su aparición marcó una transición hacia formas de alimentación más prácticas y adaptadas al ritmo de vida urbano.

Aunque con el tiempo desapareció del mercado y fue desplazado por sopas industriales de nueva generación, estas pastillas representan un capítulo poco conocido pero fascinante de la historia gastronómica nacional. Su legado permanece como una muestra de ingenio y adaptación a las necesidades de la época.

Décadas antes de que Japón revolucionara el mundo con los fideos instantáneos, México ya había dado un paso decisivo hacia la comida rápida. Hoy, recordar estas pastillas es reconocer un antecedente directo de los productos instantáneos modernos y un ejemplo de cómo la innovación culinaria también forma parte de nuestra identidad.

 

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