Por: AGENCIA / SHD
Elegir entre el gel antibacterial y el jabón es una decisión importante para tu salud. Usar de forma correcta cada uno podría prevenir algunas infecciones respiratorias y enfermedades estomacales durante el invierno.
Aunque cargar una botellita de desinfectante es un hábito común, nada supera la sensación del agua fresca corriendo por tus dedos. Sin embargo, la ciencia tiene un veredicto sorprendente y matizado sobre qué método limpia en profundidad.
La evidencia científica sugiere que el agua y el jabón son la mejor opción para la higiene de manos, ya que eliminan físicamente los gérmenes en lugar de solo desactivarlos. No obstante, el gel antibacterial es una alternativa eficaz y práctica en entornos donde no hay suciedad visible ni acceso a agua corriente.
• El jabón y el agua son superiores porque eliminan gérmenes que el alcohol no puede matar, como el Cryptosporidium (que produce infecciones intestinales), el Norovirus (que causa gastroenteritis aguda) y el Clostridium difficile (que provoca diarrea y algunos casos de tétanos).
• Mecanismo de acción: El jabón disuelve la capa grasa para desprender y arrastrar los microbios por el desagüe, mientras que el gel los mata químicamente, pero los deja en las manos.
• Eficacia ante suciedad visible: El gel pierde gran parte de su efectividad si las manos están visiblemente sucias o grasosas.
Si tu elección es el lavado tradicional con agua y jabón, su poder radica en el arrastre mecánico y la química básica. No se trata solo de matar, sino de expulsar a los invasores de tu piel, reduciendo la carga viral de forma drástica y segura para tu organismo.
Por otro lado, el gel a base de alcohol es un arma potente para la vida en movimiento. Actúa rápido desactivando la capa protectora de los microbios, siempre y cuando contenga al menos un 60% de alcohol, aunque su efectividad cae si tus manos están visiblemente sucias o grasosas.
De nada sirve tener el mejor producto del mercado si fallas en la ejecución básica, por lo que la técnica lo es todo en la higiene.
Otro hallazgo fascinante es sobre el secado: frotarse las manos vigorosamente con papel o toallas puede ser contraproducente. La fricción excesiva a veces aumenta el conteo bacteriano en la superficie, mientras que el secado al aire o con toques suaves resulta ser mucho más higiénico.