Por: CARLOS RAFAEL COUTIÑO CAMACHO
El liderazgo de Eduardo Ramírez Aguilar, se distingue por un marcado antropopatismo político, es decir, la capacidad de asumir, comprender y expresar las emociones colectivas como parte central de su ejercicio público. No se trata solo de gobernar con razón y estrategia, sino de hacerlo con sensibilidad, empatía y un entendimiento profundo del sentir social, lo que ha permitido orientar decisiones hacia el bienestar real de la población.
Se entiende lo anterior, cuando vemos que le entrega momentos de alegría con el Mequé, la Navidad, inspirando un sentimiento de felicidad, alegría, paz, eso, es precisamente un tema de buena voluntad en el corazón del gobernante jaguar.
El gozar de estos momentos, es saber que hay preocupación por la paz, la educación, seguridad, por brindar con todos los obstáculos, lo que el pueblo necesita, por eso mismo, se explica que hay en el interior de Eduardo Ramírez, una raíz de pasión por Chiapas, y una excelente educación desde casa, que lo obliga a trabajar con ahínco.
Pongamos ejemplos, en seguridad, este estilo de gobierno se manifiesta en la construcción de una agenda enfocada en la dignidad humana, porque ha demostrado su amor a la vida; prioriza la paz social no solo como un objetivo técnico, sino como una necesidad emocional de las familias.
La coordinación interinstitucional, los esfuerzos de prevención y la presencia comunitaria responden a un sentimiento colectivo de anhelo por tranquilidad, mismo que Ramírez Aguilar ha sabido interpretar y convertir en políticas concretas, como he dicho, no solo es con los Pakales, es con toda acción.
Y porque no citar el tema de salud, su administración ha impulsado acciones que reflejan claramente esta sensibilidad, el fortalecimiento de clínicas con el apoyo federal, campañas de atención preventiva y el mejoramiento de servicios esenciales muestran la comprensión gubernamental del sufrimiento humano y la urgencia de atenderlo con prontitud y cercanía.
Platón lo señalaba con esa comunión con el alma, y esta sensibilidad política fortalece la confianza pública y sostiene la construcción de un Chiapas más justo, pacífico y esperanzador, que inició hace un año.