jueves 12 de junio de 2025 - Edición Nº239

Mundo | 16 may 2025

ALGO MÁS QUE PALABRAS

MOMENTO PARA LA REFLEXIÓN; ESPACIO PARA EL REENCUENTRO

“Trabajar por la concordia, es fundamental. Que se callen los artefactos y dejen de causar destrucción y muerte”


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Por: VÍCTOR CORCOBA / SHD

 

                Hoy la humanidad, desmemoriada, inhumana y deshumanizada, debe cultivar como jamás la visión del alma y someterse a la operación mística del reencuentro. En consecuencia, hemos de hacer un alto en el camino, ya no sólo para adquirir aliento, sino también para tomar conciencia de lo que uno es y representa. Lógicamente, tampoco merecemos hundirnos cuando vemos muchas poblaciones, tan desfavorecidas como oprimidas, por la injusta pasividad de sus análogos y por la brutalidad de la violencia. En este sentido, los signos presentes nos llaman a la actuación como signo de esperanza, que ha de comenzar por conciliar miradas para reevaluar las alianzas globales, con latidos del corazón, que son los que objetivamente, nos ponen alas.

 

                Trabajar por la concordia, es fundamental. Que se callen los artefactos y dejen de causar destrucción y muerte, es un buen compromiso para reconstruir con valentía y diplomacia espacios de negociación, orientados a formar y a conformar vínculos de unión y de unidad. Los encontronazos no sirven para nada, sólo para generar división y activar absurdos frentes. Lo suyo es tender la mano y extender el abrazo, ante la inestabilidad y la incertidumbre presente. Por desgracia, aún no hemos aprendido a reprendernos para compartir con los demás, hasta nuestro propio entusiasmo. Urge, por tanto, que se trabaje por un porvenir más equitativo y fraterno. La desolación no puede gobernarnos, necesitamos recuperar la alegría de vivir y la satisfacción de desvivirnos por los demás. 

 

                En efecto, porque nos falla el alma y nos sobran armas, no podemos conformarnos con sobrevivir. Amoldándose al escenario actual y dejándose satisfacer únicamente por objetos materiales, nos corrompemos. Tenemos un espíritu que requiere despertar cada día y hacer generación. Cada latido es un sueño más, que nos invita a sentirnos cercanos, pues todo nos afecta a todos. Desde luego, a poco que nos adentremos en lo que nos rodea, veremos que los dramas del empobrecimiento están ahí, en cualquier esquina, pueden ser nuestros vecinos. Resulta escandaloso que, en un mundo dotado de avances y recursos, sólo los disfruten algunos privilegiados. De hecho, a la hora de una actuación concreta; los excluidos, que casi siempre son víctimas no culpables, apenas reciben migajas.

 

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