

Por: AGENCIA / SHD
Desde hace más de un siglo, el origen de las flores ha sido uno de los grandes enigmas de la biología evolutiva. Charles Darwin, ya en el siglo XIX, se refería a su repentina aparición en el registro fósil como un “misterio abominable”, un rompecabezas evolutivo que parecía desafiar la lógica gradual de la selección natural. Ahora, un reciente hallazgo en Portugal podría cambiar las reglas del juego.
Un equipo internacional de científicos liderado por la Universidad Leibniz de Hannover y la Universidad de Bonn ha descubierto en la costa atlántica portuguesa los restos fósiles de polen tricolpado con una antigüedad de 123 millones de años, los más antiguos jamás identificados de plantas con flor (angiospermas). Esta revelación, publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, no solo adelanta en más de dos millones de años la fecha conocida para la aparición de las primeras flores, sino que reabre el debate sobre el cuándo y el dónde floreció uno de los grupos vegetales más exitosos del planeta.
Aunque a simple vista parecen insignificantes, los granos de polen encierran información clave sobre la evolución vegetal. Estas diminutas estructuras, a menudo de no más de 20 micras de diámetro (la milésima parte de un grano de arena), actúan como cápsulas del tiempo que pueden resistir millones de años en los sedimentos. En este caso, fueron encontrados en depósitos costeros del Cretácico Inferior, en el corazón de la cuenca lusitana, en una región que entonces se encontraba sumergida bajo un mar poco profundo.
Utilizando microscopía láser de alta resolución y un sofisticado análisis de isótopos de estroncio en fósiles marinos cercanos, los investigadores no solo lograron identificar estos fósiles vegetales como polen tricolpado —una estructura con tres surcos que es exclusiva del grupo de las eudicotiledóneas—, sino que también pudieron fechar su origen con una precisión sin precedentes.
La historia de las plantas en la Tierra es una epopeya que se remonta casi 500 millones de años atrás, cuando las primeras formas de vida vegetal comenzaron a colonizar los continentes. Primero fueron los musgos, luego helechos, ginkgos y coníferas. Las angiospermas —las plantas que producen flores y frutos— aparecieron mucho después, pero una vez que lo hicieron, su éxito fue rotundo.