

Por: Agencia / YST
Cuando pensamos en mapas, solemos imaginar líneas rectas, escalas, brújulas y coordenadas, pero para los antiguos pueblos nahuas, un mapa era mucho más: una historia dibujada, una memoria colectiva, un reflejo del alma de su pueblo.
La cartografía náhuatl se refiere a los códices pictográficos elaborados por los pueblos nahuas —mexicas, tlaxcaltecas y otros— durante la época prehispánica y colonial temprana.
No eran simples herramientas de orientación, sino documentos vivos, llenos de símbolos, relatos, linajes y espiritualidad. Incluían:
Montañas, ríos, templos y caminos sagrados.
Límites territoriales, genealogías y fechas míticas.
Dioses tutelares, migraciones y conquistas.
Eran interpretaciones simbólicas del tiempo y el espacio, donde cada trazo tenía poder y cada color, un sentido cósmico.
Mapas que Cuentan Historias
En los mapas nahuas, todo hablaba:
Una montaña con rostro y plumas = cerro sagrado.
Un pie en movimiento = migración o guerra.
Un nudo en una línea = límite o disputa.
Una casa humeante = comunidad viva.
No se trataba de ver el terreno desde el cielo.
Se trataba de narrar el alma del territorio.