

Por: Agencia / YST
Los grandes tambores, que alcanzan una altura de entre 1 y 1,5 metros, tienen una forma parecida a las jarras globulares de cuello corto. Este modelo está caracterizado por un notable acortamiento de la parte superior (que a veces se abre un poco o es casi recta), al contrario que la parte esférica, más desarrollada, que tiende ligeramente hacia una forma ovoide y le otorga esbeltez al cuerpo. Posiblemente, al igual que los grandes recipientes cerámicos, estos tambores eran colocados en posición vertical, aprovechando para ello unos soportes añadidos, tal como sugieren los autores de las exposiciones museales. César Bolaños piensa que los grandes tambores podían estar instalados permanentemente en los lugares ceremoniales. De hecho estos instrumentos, pesados y difíciles de trasladar, podían encontrar su uso en celebraciones que se concentraban en torno a un mismo lugar. Tomando en consideración los destacados logros de los nasqueños en lo tocante a las experiencias acústicas, podemos suponer que el objetivo de construir instrumentos tan grandes era conseguir un sonido grave y resonante que se oyera a larga distancia. Por ende estos tambores serían colocados sobre plataformas de las estructuras arquitectónicas o en estancias parcialmente abiertas.