Por: AGENCIA / SHD
En lo alto de los acantilados de Cornualles, Reino Unido, se erige la llamada “estatua del Rey Arturo”, oficialmente conocida como Gallos. Esta impresionante figura de bronce de 2.4 metros de altura se encuentra en el Castillo de Tintagel, un lugar profundamente ligado al mito artúrico y a las antiguas leyendas británicas.
La escultura representa una silueta masculina fantasmal, cubierta por una capa, con una espada en la mano y una corona que apenas se adivina entre los rasgos. Su diseño, abierto y etéreo, permite al viento atravesarla, creando la sensación de que la figura emerge de la historia misma o desaparece en la bruma atlántica que envuelve el sitio.
Aunque el público suele asociarla con el legendario Rey Arturo, English Heritage —la organización que administra el castillo— ha aclarado que Gallos no representa a un personaje específico. En su lugar, simboliza el espíritu colectivo de Tintagel, un sitio donde se entrelazan historia, mito y cultura.
El Castillo de Tintagel, donde se ubica la estatua, fue construido en la década de 1230 por Ricardo, conde de Cornualles. Inspirado por los relatos medievales de Geoffrey de Monmouth, quien vinculó el lugar con Igraine, la madre de Arturo, Ricardo ordenó edificar una fortaleza que evocara un pasado legendario y heroico.
La estatua Gallos fue inaugurada el 29 de abril de 2016 y rápidamente se convirtió en un símbolo del patrimonio cultural de Cornualles. Miles de visitantes acuden cada año a contemplarla y a disfrutar de la vista panorámica del mar que se extiende a sus pies.
Más que una representación física de un rey, Gallos invita a reflexionar sobre el poder de la imaginación, la permanencia del mito y la manera en que las leyendas siguen dando vida a los paisajes históricos del Reino Unido. Tintagel continúa siendo, así, un lugar donde la frontera entre lo real y lo legendario parece desvanecerse.